sábado, 25 de mayo de 2019

Identidad

Cada esquina resplandeciente, esperas, negra teñida de sombra , pero tu extraño brillo continuará: se han equivocado al esbozarte.
Inspiras a seguir - ¿a dónde?- y sin embargo tu encuentro será el último.
Te esperan con paciencia y recelo.
Olvidan que estas siempre esperando.
Todos te encontraremos, es tu consuelo.

Todos se han equivocado, he amado.
No esperas, te esperamos.
Estas con nosotros, llegará el momento que nos cubrirás totalmente con tu velo.
Cuando volvamos, tú, siendo uno con nuestro cuerpo.
No será necesario saber quién soy, el destino siempre nos acompaña.
Es suficiente saber que soy tú, soy una parte, soy todo...
¿necesito saber?

sábado, 19 de noviembre de 2016

Nombre

En ocasiones no viene a mi mente…
¿Cómo puedo estar atada a una palabra?
Como si toda mi identidad dependiera de ella.
No te he escogido siquiera y has de estar conmigo
aunque seas una ficción.

A veces lo olvido, a veces a propósito, a veces a fuerzas.
Esa palabra sólo es un recuerdo de quien fui, soy y seré.

Cuando sueño no existe, no es necesaria.
Entonces ¿por qué me aferro a él?
Y no significa nada, inequívocamente unas silabas.
Será el sonido que evoca en otras voces,
Sale de mis labios en susurros,

como un encanto, como una maldición.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Hoy

No estoy triste.
Las lágrimas han mojado mis rostros inmutables

No sufro
Las esperanzas se han ido
Aún no sufro

Ha desaparecido todo lo que he creído. He quedado vacía
No estoy triste
Al menos llenaré ese vacío.

No estoy triste, podré llenarme de nuevas ideas
No estoy feliz, el vacío se extiende.

No estoy feliz hoy
Mañana lo seré

Pero hoy no estoy triste, hoy soy.

viernes, 8 de mayo de 2015

Objetivizada


Y para mí no significaba nada. Eran esos símbolos algo sin sentido para mí, ¿por qué anhelan? ¿Por qué guardan celosamente esos objetos?

Desde chica había tenido un poco de miedo a las cosas. Un tiempo guardaba recuerdos solamente porque había visto en películas y leído en libros que las personas suelen hacerlo. Pero cada vez un escalofrío se apoderaba en mí.
Esas cosas existirán después de que yo muera, ¿serán la prueba de mi existencia? La mente de las personas es frágil, lo sabré yo, por lo tanto el recuerdo en una mente que me haya conocido será jamás prueba de que he existido. Ahí es donde entra las cosas.

Unos años después leí el poema de Jorge Luis Borges “Las cosas”, con el cual me identifiqué, retrató en palabras aquello que temía de las cosas:

“El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.”

Ese temor a las cosas y al recuerdo que podría dejar me llevó a romper y deshacerme de muchos objetos en mi adolescencia. Quería ser nada y tenía el presentimiento que si iba borrando las evidencias de mi existencia podría serlo. Pero siempre me sentía triste, las cosas  son “nada” sólo son para nosotros objetos del pensamiento, mientras haya humanos habrá “cosas”… 
No fue así. En estos momentos, a esta yo, no se deshace de las cosas, ya no trata de borrarse: tratar de borrarse es saberse existente, yo ya soy Nada, me he objetivizado, me he visto como una cosa. Entonces, ¿qué significan para mí las cosas?

Soy, sin el yo, objeto del pensamiento de otras personas y soy mi propio objeto de pensamiento y a la vez objeto pensante que objetiviza a otros.

domingo, 3 de mayo de 2015

Sentidos


Rechazo este mundo de los sentidos. No soporto la idea de estar limitada por mis sentidos del cual todo nace, y sé que a la vez estos sentidos son limitados.

Alucinaciones visuales, auditivos… y hasta las alucinaciones cognitivas se basan en esos sentidos. Siento una curiosidad inmensa por aquello inimaginable, por otros “sentidos”, y a la vez me resigno ante la imposibilidad natural que significa.

Quiero prescindir del lenguaje, y sin embargo pienso en palabras, para darles a entender mi sentir las he necesitado. Y sólo la evito para darme cuenta de su imperio y de su manipulación.

Siempre me había considerado como una persona disminuida en los sentidos. No escuchaba in  veía  lo que los demás. Al abrir mis oídos todo era chocante, ejercía en mí una enorme presión. Oía hasta el mínimo sonido.Escuchar exactamente qué… si puedes ori todo no oyes nada porque todo tiene la misma importancia. 

Cierra los oídos, es más seguro, sino no podrías vivir, es esa la verdad. Fui así como entendí parte del funcionamiento del cerebro, el de decidir qué ver, qué escuchar, sino nuestra mente sería saturada y no podría vivir. Y me pregunto si esta “limitación” sea necesaria realmente…

Cierra también los ojos, imagina lo que has visto en un sueño, transfórmalo.

Ciérrate a este mundo infinito y lleno de posibilidades. Cierra los sentidos, la mente, quizás a sí puedas huir de la libertad y  así ser libre del   mundo. 

sábado, 11 de abril de 2015

Ama

Ama sin límite,
sin deseo,
sin mí.

Ama como loco,
que te quiero ver destruido de amor.
te quiero ver muerto con vacía existencia,
deseo que tu felicidad te desborde.

Tú que amas la desdicha,
te deseo el dolor más intenso,

si esa es tu felicidad, eso te daré.

Cuento continuo

Tengo la idea de haber escrito un cuento o una historia,  un mito quizás. No la encuentro por ningún lado. Desapareció de repente.

Me había levantado a las 6:00 de la mañana, algo anormal siendo un hábito despertarme  ya entrado el medio día. Tenía la sensación de haber olvidado algo que era importante, sin embargo no le presté mucha atención, no podía preocuparme por algo que ignoraba, si venía a mi mente muy bien, pero si no ¿qué podía hacer yo?

El fin de semana  pintaba para ser maravilloso. El viento golpeaba los árboles que daban en la ventana de mi cuarto. Por un instante la sensación de tener algo que decir se apoderó de mí. Sigo sin entender de dónde vino esa especie de inspiración – si es que puedo denominarla así ya que más bien parecía un acto involuntario, mis manos se movían solas –.  El cuento estaba terminado, miré mis manos temblorosas como si hubieran hecho una labor de vida o muerte. No lo leí.

El fin de semana llegaba a su fin y con ello los pensamientos tan odiosos de los deberes de la semana: la ropa limpia (¿estaba limpia?), qué iba desayunar al día siguiente (¡ya vería en su momento eso!), los pendientes de la oficina (mientras no fuera algo con fecha límite no me preocupo), verme con los amigos (¿qué nuevas les tengo? Ya si me encontraré con ellos, ¿qué contarles?)…

Aquel cuento era lo más relevante de esas semanas, busqué la historia para leerla (¿Sería mejor no leerla y evitar así proceder a su modificación?) Saber que alguien más leerá algo escrito por uno mismo siempre levanta dudas, sospechas, miedos… ¡Un mirada ajena a lo más hondo de nuestro ser! ¡Qué dirá mis relatos de mí! Pero ¿por qué tanta preocupación? 
El texto estaba en la mesa, la tinta era rosa, me hubiera gustado otro color pero en el instante era la única a la mano… 
La escritura cambiante, a veces pienso que lo que escribo lo hacen dos o tres personas diferentes.  La caligrafía no era lo mío, aunque si de escribir ideogramas se tratara lo haría como mayor eficacia, irónico.


Dejé el cuento en la mesa.