Identidad
Cada esquina resplandeciente, esperas, negra teñida de sombra , pero tu extraño brillo continuará: se han equivocado al esbozarte.
Inspiras a seguir - ¿a dónde?- y sin embargo tu encuentro será el último.
Te esperan con paciencia y recelo.
Olvidan que estas siempre esperando.
Todos te encontraremos, es tu consuelo.
Todos se han equivocado, he amado.
No esperas, te esperamos.
Estas con nosotros, llegará el momento que nos cubrirás totalmente con tu velo.
Cuando volvamos, tú, siendo uno con nuestro cuerpo.
No será necesario saber quién soy, el destino siempre nos acompaña.
Es suficiente saber que soy tú, soy una parte, soy todo...
¿necesito saber?
De la espejista
sábado, 25 de mayo de 2019
sábado, 19 de noviembre de 2016
Nombre
En ocasiones no viene a mi mente…
¿Cómo puedo estar atada a una palabra?
Como si toda mi identidad dependiera de ella.
No te he escogido siquiera y has de estar conmigo
aunque seas una ficción.
A veces lo olvido, a veces a propósito, a veces a fuerzas.
Esa palabra sólo es un recuerdo de quien fui, soy y seré.
Cuando sueño no existe, no es necesaria.
Entonces ¿por qué me aferro a él?
Y no significa nada, inequívocamente unas silabas.
Será el sonido que evoca en otras voces,
Sale de mis labios en susurros,
como un encanto, como una maldición.
domingo, 6 de septiembre de 2015
Hoy
No estoy triste.
Las lágrimas han mojado mis rostros inmutables
No sufro
Las esperanzas se han ido
Aún no sufro
Ha desaparecido todo lo que he creído. He quedado vacía
No estoy triste
Al menos llenaré ese vacío.
No estoy triste, podré llenarme de nuevas ideas
No estoy feliz, el vacío se extiende.
No estoy feliz hoy
Mañana lo seré
Pero hoy no estoy triste, hoy soy.
viernes, 8 de mayo de 2015
Objetivizada
Y
para mí no significaba nada. Eran esos símbolos algo sin sentido para mí, ¿por
qué anhelan? ¿Por qué guardan celosamente esos objetos?
Desde
chica había tenido un poco de miedo a las cosas. Un tiempo guardaba recuerdos
solamente porque había visto en películas y leído en libros que las personas
suelen hacerlo. Pero cada vez un escalofrío se apoderaba en mí.
Esas
cosas existirán después de que yo muera, ¿serán la prueba de mi existencia? La
mente de las personas es frágil, lo sabré yo, por lo tanto el recuerdo en una
mente que me haya conocido será jamás prueba de que he existido. Ahí es donde
entra las cosas.
Unos
años después leí el poema de Jorge Luis Borges “Las cosas”, con el cual me
identifiqué, retrató en palabras aquello que temía de las cosas:
“El bastón, las monedas, el
llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.”
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.”
Ese
temor a las cosas y al recuerdo que podría dejar me llevó a romper y deshacerme
de muchos objetos en mi adolescencia. Quería ser nada y tenía el presentimiento
que si iba borrando las evidencias de mi existencia podría serlo. Pero siempre
me sentía triste, las cosas son “nada”
sólo son para nosotros objetos del pensamiento, mientras haya humanos habrá
“cosas”…
No
fue así. En estos momentos, a esta yo, no se deshace de las cosas, ya no trata
de borrarse: tratar de borrarse es saberse existente, yo ya soy Nada, me he
objetivizado, me he visto como una cosa. Entonces, ¿qué significan para mí las
cosas?
Soy,
sin el yo, objeto del pensamiento de otras personas y soy mi propio objeto de
pensamiento y a la vez objeto pensante que objetiviza a otros.
domingo, 3 de mayo de 2015
Sentidos
Rechazo este mundo de
los sentidos. No soporto la idea de estar limitada por mis sentidos del cual
todo nace, y sé que a la vez estos sentidos son limitados.
Alucinaciones visuales,
auditivos… y hasta las alucinaciones cognitivas se basan en esos sentidos. Siento
una curiosidad inmensa por aquello inimaginable, por otros “sentidos”, y a la
vez me resigno ante la imposibilidad natural que significa.
Quiero prescindir del
lenguaje, y sin embargo pienso en palabras, para darles a entender mi sentir
las he necesitado. Y sólo la evito para darme cuenta de su imperio y de su
manipulación.
Siempre me había considerado
como una persona disminuida en los sentidos. No escuchaba in veía lo
que los demás. Al abrir mis oídos todo era chocante, ejercía en mí una enorme
presión. Oía hasta el mínimo sonido.Escuchar exactamente qué… si puedes ori
todo no oyes nada porque todo tiene la misma importancia.
Cierra los oídos, es
más seguro, sino no podrías vivir, es esa la verdad. Fui así como entendí parte
del funcionamiento del cerebro, el de decidir qué ver, qué escuchar, sino
nuestra mente sería saturada y no podría vivir. Y me pregunto si esta “limitación”
sea necesaria realmente…
Cierra también los
ojos, imagina lo que has visto en un sueño, transfórmalo.
Ciérrate a este mundo
infinito y lleno de posibilidades. Cierra los sentidos, la mente, quizás a sí
puedas huir de la libertad y así ser
libre del mundo.
sábado, 11 de abril de 2015
Ama
Ama
sin límite,
sin
deseo,
sin
mí.
Ama
como loco,
que te quiero
ver destruido de amor.
te
quiero ver muerto con vacía existencia,
deseo
que tu felicidad te desborde.
Tú
que amas la desdicha,
te
deseo el dolor más intenso,
si
esa es tu felicidad, eso te daré.
Cuento continuo
Tengo
la idea de haber escrito un cuento o una historia, un mito quizás. No la encuentro por ningún
lado. Desapareció de repente.
Me
había levantado a las 6:00 de la mañana, algo anormal siendo un hábito
despertarme ya entrado el medio día.
Tenía la sensación de haber olvidado algo que era importante, sin embargo no le
presté mucha atención, no podía preocuparme por algo que ignoraba, si venía a
mi mente muy bien, pero si no ¿qué podía hacer yo?
El
fin de semana pintaba para ser
maravilloso. El viento golpeaba los árboles que daban en la ventana de mi
cuarto. Por un instante la sensación de tener algo que decir se apoderó de mí.
Sigo sin entender de dónde vino esa especie de inspiración – si es que puedo
denominarla así ya que más bien parecía un acto involuntario, mis manos se
movían solas –. El cuento estaba
terminado, miré mis manos temblorosas como si hubieran hecho una labor de vida
o muerte. No lo leí.
El
fin de semana llegaba a su fin y con ello los pensamientos tan odiosos de los
deberes de la semana: la ropa limpia (¿estaba limpia?), qué iba desayunar al
día siguiente (¡ya vería en su momento eso!), los pendientes de la oficina
(mientras no fuera algo con fecha límite no me preocupo), verme con los amigos
(¿qué nuevas les tengo? Ya si me encontraré con ellos, ¿qué contarles?)…
Aquel
cuento era lo más relevante de esas semanas, busqué la historia para leerla
(¿Sería mejor no leerla y evitar así proceder a su modificación?) Saber que
alguien más leerá algo escrito por uno mismo siempre levanta dudas, sospechas,
miedos… ¡Un mirada ajena a lo más hondo de nuestro ser! ¡Qué dirá mis relatos
de mí! Pero ¿por qué tanta preocupación?
El
texto estaba en la mesa, la tinta era rosa, me hubiera gustado otro color pero
en el instante era la única a la mano…
La
escritura cambiante, a veces pienso que lo que escribo lo hacen dos o tres
personas diferentes. La caligrafía no
era lo mío, aunque si de escribir ideogramas se tratara lo haría como mayor eficacia,
irónico.
Dejé
el cuento en la mesa.
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