Y
para mí no significaba nada. Eran esos símbolos algo sin sentido para mí, ¿por
qué anhelan? ¿Por qué guardan celosamente esos objetos?
Desde
chica había tenido un poco de miedo a las cosas. Un tiempo guardaba recuerdos
solamente porque había visto en películas y leído en libros que las personas
suelen hacerlo. Pero cada vez un escalofrío se apoderaba en mí.
Esas
cosas existirán después de que yo muera, ¿serán la prueba de mi existencia? La
mente de las personas es frágil, lo sabré yo, por lo tanto el recuerdo en una
mente que me haya conocido será jamás prueba de que he existido. Ahí es donde
entra las cosas.
Unos
años después leí el poema de Jorge Luis Borges “Las cosas”, con el cual me
identifiqué, retrató en palabras aquello que temía de las cosas:
“El bastón, las monedas, el
llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.”
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.”
Ese
temor a las cosas y al recuerdo que podría dejar me llevó a romper y deshacerme
de muchos objetos en mi adolescencia. Quería ser nada y tenía el presentimiento
que si iba borrando las evidencias de mi existencia podría serlo. Pero siempre
me sentía triste, las cosas son “nada”
sólo son para nosotros objetos del pensamiento, mientras haya humanos habrá
“cosas”…
No
fue así. En estos momentos, a esta yo, no se deshace de las cosas, ya no trata
de borrarse: tratar de borrarse es saberse existente, yo ya soy Nada, me he
objetivizado, me he visto como una cosa. Entonces, ¿qué significan para mí las
cosas?
Soy,
sin el yo, objeto del pensamiento de otras personas y soy mi propio objeto de
pensamiento y a la vez objeto pensante que objetiviza a otros.