sábado, 11 de abril de 2015

Cuento continuo

Tengo la idea de haber escrito un cuento o una historia,  un mito quizás. No la encuentro por ningún lado. Desapareció de repente.

Me había levantado a las 6:00 de la mañana, algo anormal siendo un hábito despertarme  ya entrado el medio día. Tenía la sensación de haber olvidado algo que era importante, sin embargo no le presté mucha atención, no podía preocuparme por algo que ignoraba, si venía a mi mente muy bien, pero si no ¿qué podía hacer yo?

El fin de semana  pintaba para ser maravilloso. El viento golpeaba los árboles que daban en la ventana de mi cuarto. Por un instante la sensación de tener algo que decir se apoderó de mí. Sigo sin entender de dónde vino esa especie de inspiración – si es que puedo denominarla así ya que más bien parecía un acto involuntario, mis manos se movían solas –.  El cuento estaba terminado, miré mis manos temblorosas como si hubieran hecho una labor de vida o muerte. No lo leí.

El fin de semana llegaba a su fin y con ello los pensamientos tan odiosos de los deberes de la semana: la ropa limpia (¿estaba limpia?), qué iba desayunar al día siguiente (¡ya vería en su momento eso!), los pendientes de la oficina (mientras no fuera algo con fecha límite no me preocupo), verme con los amigos (¿qué nuevas les tengo? Ya si me encontraré con ellos, ¿qué contarles?)…

Aquel cuento era lo más relevante de esas semanas, busqué la historia para leerla (¿Sería mejor no leerla y evitar así proceder a su modificación?) Saber que alguien más leerá algo escrito por uno mismo siempre levanta dudas, sospechas, miedos… ¡Un mirada ajena a lo más hondo de nuestro ser! ¡Qué dirá mis relatos de mí! Pero ¿por qué tanta preocupación? 
El texto estaba en la mesa, la tinta era rosa, me hubiera gustado otro color pero en el instante era la única a la mano… 
La escritura cambiante, a veces pienso que lo que escribo lo hacen dos o tres personas diferentes.  La caligrafía no era lo mío, aunque si de escribir ideogramas se tratara lo haría como mayor eficacia, irónico.


Dejé el cuento en la mesa.

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